Tarde de fiesta para el Lobo.
Foto: Gastón y René Contreras para LNW. |
Muchísima expectativa había para recibir ayer a Gimnasia y Tiro de Salta, en lo que algunos llaman, con sus argumentos, clásico. Hace 27 años que el Albo no venía a Jujuy por los puntos, hace 20 que ningún salteño lo hacía. Sin importar la denominación, la pica con cualquier cuadro de la vecina provincia es real y fuerte, y así se lo hicieron entender los hinchas albicelestes a sus jugadores en la previa de este encuentro.
Cuando se iban acercando las 16 horas en San Salvador, se hacía evidente que el marco de público iba a ser solo comparable con aquellas noches del 2014, muchísima gente. Primero salió la visita, recibido por el aliento de su gente desde el codo y un sector de la platea, gentileza de las 2500 entradas puestas por el local. Cuando el Lobo salió al césped la ciudadanía jujeña se hizo sentir, cantos, humo y banderas para un recibimiento sublime. Reciprocidad al 0-0 de la rueda pasada, el local de conjunto alternativo oscuro y los salteños del tradicional celeste y blanco.
Desde el instante en que la pelota empezó a rodar Gimnasia respondió. Tardó solo algunos segundos en acercarse al arco rival, con una escapada de Mauro Albertengo para centrar a Jorge Juárez, quien no pudo definir. Pero de allí llegaron dos tiros de esquina, ante un rival que solo con algunos segundos había demostrado su incomodidad.
Francisco Molina ejecutó el primero, cabezazo y desvió, a cambiar de lado. Segundo intento y Diego López aparece en el primer palo para peinarla en dirección al arco. Allí se encuentra Emiliano Endrizzi, marcado, pero mete el pie y de taco la empuja para poner el 1-0. No es un gol cualquiera, retumbó el estadio entero, un grito contenido por décadas. En su locura Endrizzi se trepó a lo más alto de alambrado de la Popular Norte, lo siguieron López, Molina, Guillermo Cosaro, Mauro Albertengo, Axel Abet y Facundo Rizzi. Recién se estaban cumpliendo 2' de juego.
Tras esa euforia inicial, Gimnasia se calmó y pausó, al fin y al cabo esto recién empezaba. Del otro lado, sin embargo, todo era nervios. A los 7' Pablo Giménez bien pudo haber expulsado a Daniel Abello, quien en una pelota ya definida golpeó a Axel Abet. El línea no advirtió de esto a su compañero y el jugador visitante se salvó. A los 12', acción de amarilla cuando Ezequiel Neira le dio un pelotazo a Albertengo en el suelo (en el tumulto generalizado terminó ligando una expulsión algún colaborador del cuerpo técnico de GyT).
Pasados los 20', pareció que los dirigidos por Rubén Forestello recuperaron la consciencia y se acordaron de jugar. O más bien se acordó de jugar Agustín Araujo, por lejos el mejor del Albo. Primero en un disparo desde afuera del área donde Joaquín Bigo sacó al córner. Luego, pasada la media hora, tras una jugada donde Bigo salió mal y hubo algunos idas y vueltas, volvió a intentar con un tiro cruzado que pasó muy cerca. Se asomaba Gimnasia y Tiro.
Y si, cosas del fútbol. Cuando era el mejor momento de la escuadra millonaria, llegó otro tiro de esquina para el Lobo. Molina se encarga y lo manda bien cerrado, solo para que el nueve de la visita, Tomás Attis, la meta con una voltereta rara contra su propio arco. 33' y un 2-0 que era una cachetada. Claramente los de Forestello querían ir al vestuario lo antes posible, mientras que los de Matías Módolo estaban satisfechos por la primera mitad realizada, en donde se mostraron efectivos y firmes. Con tono disputado pero con marcador amplio, finalizó la primera mitad.
Para el complemento al Albo se lo vio con mejor predisposición, con algunos cambios para reordernarse. Gimnasia, por su parte, fue calmo en este sentido, manteniendo la misma idea de juego que le había funcionado en la primer mitad. De hecho, a pesar del nuevo planteo, el Lobo tuvo una clara tan solo a los 7', cuando López tiró centro medio bajo para Abet, quien definió contra el lado incorrecto de la red.
Aun así, a los 12' llegó otra polémica que pudo dar vuelta el asunto. Matías Birge iba por la izquierda y mandó centro, interponiéndose Guillermo Cosaro con la mano en el pecho. A juicio de Giménez era mano merecedora de penal, incluso sin estar extendida y sin bloquear un disparo de gol. Tras los reclamos, a los 15' uno de los ingresados se hizo cargo, Lautaro Gordillo. El delantero fue trotando y disparó: por encima del travesaño de Bigo. Se gritó como un gol, en vistas de que una posible recuperación anímica salteña se convirtió en un plomazo que prácticamente selló el resultado del juego.
Y esto último se sintió desde inmediato, puesto que Agustín Palavecino, entrado desde el banco hace minutos casi marca el tercero en la jugada posterior. Luego intentó Molina, que le pegó bastante mal en una de sus clásicas entradas por izquierda. Los minutos posteriores fueron lo más discreto del juego, con la hinchada jujeña haciendo su espectáculo ante unos resignados salteños, tanto jugadores como simpatizantes.
Con la victoria al caer, la última oportunidad de golear la tuvo Albertengo, pero Federico Abadía la pudo sacar. A los 46', el último episodio destacable y hasta polémico. Nicolás Dematei forcejeando y cometiendo falta contra Attis, más una posible reacción de este último. Giménez decidió expulsarlos a ambos, con bastante cuestionamiento.
La gente palpitaba el inminente triunfo, con una poco clara bandera en la Lobo Norte dedicada a los vecinos. Cuando se señaló el círculo central, el 23 fue un canto unísono de aliento y cargadas. En el césped, puros abrazos. Las dos escenas conectaron cuando el plantel se acercó a ambas tribunas populares para celebrar.
Magnánima presentación de Gimnasia, que será recordada como la renovación de la paternidad del Lobo contra los rivales de Salta. Ah, y a todo esto, los de Módolo se subieron al tercer puesto y siguen arriba en la pelea por terminar en puestos de reducido.