Un recorrido por la carrera de Daniel Quevedo.
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Foto: Archivo LNW (Pregón). |
Ayer, 27 de junio, se conoció la noticia del deceso de Daniel Oscar Quevedo, de 74 años y residente de San Salvador. El delantero formó parte del primer equipo de Gimnasia y Esgrima en dos ciclos: 1966-1968 y 1970-1971, siendo reconocido por su capacidad goleadora ya sea como delantero central o por derecha. Esta cualidad le permitió retratarse en momentos icónicos de la historia albiceleste, así como desarrollar una exitosa carrera internacional.
Nació el 3 de octubre de 1947, en Pozo Del Tigre, una pequeña localidad de Formosa. Según relata El Observador de Uruguay, fue criado por su madre y por su abuelo, el encargado de un matadero, jugando al fútbol desde muy chico en los potreros rurales. Con un nombre hecho en las competencias locales, llegó el interés de Gimnasia en 1966 para reforzar al equipo que se había consagrado campeón de la Liga Jujeña el año anterior. Hizo su debut ante Sportivo Palermo, durante el Octogonal de aquel año (una especie de Copa De La Liga que disputaban los equipos jujeños antes o después de la temporada regular), estrenándose con un doblete. Más allá de que no pudo consolidarse como titular ese primer año (peleaba el puesto con, entre otros, su comprovinciano Luis Siacia), fue suficiente para que la dirigencia le compre el pase.
Aquella decisión no tardaría en probarse como la correcta, teniendo Quevedo su explosión al año siguiente. El desafío era acorde, ya que se jugaría un torneo denominado Promocional que clasificaría a un equipo jujeño al primer Regional de la historia. Es decir, con la reestructuración de los torneos de AFA, era el primer paso para que los equipos del interior llegasen a Primera División. La actuación del delantero fue deslumbrante, jugando los 8 partidos y marcando 13 tantos (incluidos 3 a Zapla en las finales).
Así, como representante de Jujuy, Gimnasia tuvo su primera chance de llegar a la máxima división del fútbol argentino, pero terminaría cayendo ante Central Córdoba de Santiago Del Estero. El golpe fue duro y Quevedo debió esperar hasta 1968 para tener otra oportunidad, debiendo vencer ahora a Juventud Antoniana para llegar a la final. Tras un empate 1-1 en Jujuy, el Santo parecía quedarse con el boleto para la definición, sin contar que en la capital de Salta aparecería el formoseño para arrebatárselo con 2 tantos. Apropiado héroe para lo que era, nada más ni nada menos, que el primer cruce oficial por AFA entre los eternos rivales, Gimnasia y Juventud.
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Quevedo, tras su goles a Juventud, se erigió como héroe popular local. Foto: Archivo LNW (Pregón). |
Con la casaca granate, el delantero por fin pudo jugar en Primera División y anotó varios goles (a Independiente y a Boca, los más resonantes), incluso llegando a ser el máximo artillero de la Copa Argentina 1969. Con ese firme rendimiento, todo indicaba que seguiría su carrera en Buenos Aires, pero las condiciones económicas no le permitieron a Lanús comprar su pase, según informaba en aquel tiempo el Diario Pregón.
Regresó a Jujuy, entonces, un Quevedo más maduro y con una tarea pendiente: ganar de una vez el Regional y llevar a Gimnasia al Nacional. Con un equipo conformado por varios referentes gimnasistas (Escobar, Salinas, Fernández y, el viejo compañero de Daniel, Siacia), el Lobo finalmente pudo tomarse revancha con Central Córdoba en cuartos de final, mientras que en semis el Doctor volvió a vacunar a Juventud. En la ansiada final, ante Patronato, Quevedo anotó el segundo tanto en el partido de vuelta, de modo que solo tuvo esperar que Ernesto Rojas selle el partido con su icónico gol para terminar de gestar uno de los días más loables de la historia del fútbol jujeño. De la mano de Daniel Quevedo, Gimnasia tenía destino de Primera.
Aquel día del debut, ante Boca Juniors en La Bombonera, seguramente varios de sus compañeros estuviesen nerviosos, en consideración que era la primera vez en el fútbol grande para la amplía mayoría. Sin embargo, aquella campaña, Quevedo dio muestras de su acumulada experiencia y calidad como goleador, disputando los 20 partidos y anotando 9 goles (destacándose 1 para un triunfo ante Vélez y otros 2 en una emotiva derrota 4-3 frente a Rosario Central en la última fecha).
Un año transcurriría de aquella gesta, llegando la figura del homenajeado a su punto más alto. Es que, otra espina que quedaba por sacarse, era el título de la Liga Jujeña. No solo Gimnasia se consagró como campeón del Anual 1971, ganando sus 18 encuentros, sino que Quevedo aportó 26 tantos (quedando increíblemente como segundo anotador, solo detrás de su compañero Siacia con 27). Esa sería su despedida, ya que un gigante del continente, Peñarol, se lo llevó a Montevideo.
En Uruguay supo lo que fue convertir en grandes clásicos, en los duelos ante Nacional, y compartir equipo con leyendas de la talla de Fernando Morena. También enfrentó (y venció) con la camiseta aurinegra a gigantes de Europa como el Barcelona y el Borussia Monchengladbach. Obtuvo 4 títulos de liga y fue transferido al Málaga de España. En el elenco español logró ascender en su primer temporada, permaneciendo en Europa hasta 1978. Otro destino internacional fue Chile, donde defendió los colores de Santiago Wanderers.
Finalizada su carrera (en Uruguay en 1981) volvió a Jujuy, lugar en el cual ya había formado una familia. Siguió ligado a Gimnasia durante la década del '80, como trabajador en divisiones inferiores del club. Tuvo además su chance como DT, en el Regional 1984/85 en dupla con René Taritolay y más adelante en un par de ocasiones agarrando fierros calientes como interino (en 1988, con un descenso consumado, y en 1989, tras una de las tantas salidas de Marcial Acosta).
Según actuales investigaciones del Área de Historia del club, Daniel Quevedo supera tanto los 100 partidos como los 100 goles oficiales con la camiseta de Gimnasia (36 y 16 respectivamente en torneos AFA). Más allá de aquello, no solo nos dejó uno de nuestros grandes goleadores, sino también una persona que desde nuestra provincia se hizo un lugar en el fútbol y a nuestra provincia volvió con su carrera consagrada. El mismo se lo dijo al Diario Pregón, cuando ya planeaba su retiro en medio de contratos y obligaciones: "Mi esposa y mis dos niños se quedan en Jujuy, espero reunirme con ellos en la segunda quincena de enero. ¡Ojalá pueda decirles que vengo a quedarme para siempre!". Y para siempre se quedó, como quedarán sus goles en la historia de Gimnasia.
Fuentes de consulta:
-Archivo Lobo Norte Web.
-Archivo Área de Historia de Gimnasia y Esgrima.
-Diario El Observador de Uruguay.
-Diario Pregón.